Fruto del desarrollo del comercio internacional y las operaciones, el contrato de leasing sólo surge como tal en el presente siglo y después de la Segunda Guerra Mundial.
Aun cuando algunos autores se remontan a más de 2.000 años atrás para ver en los albores de la Historia, el inicio de esta figura jurídica, queriendo ver en el arrendamiento de tierras, como era el Oxea, comúnmente empleado en Babilonia: o, en el comercio de esclavos en Grecia para la explotación de minas de plata.
Sin embargo, no se puede configurar como leasing el comercio de esclavos, vía compra y posterior arrendamiento para la explotación de yacimientos de plata, como quieren ver algunos autores a través de la referencia histórica de Jenofonte: pues los esclavos eran parte de la mina misma, estaban incorporados a ella, y a la luz de nuestro actual razonamiento es repugnante admitir el arrendamiento de personas como si fueran cosas u objetos.
Sencillamente era una practica más de esclavitud y no un embrión contractual del leasing, pues éste reside exclusivamente sobre cosas sin que las mismas puedan expresar su voluntad o sentimiento y las personas en cualquier época tenían esta posibilidad aun cuando por la estructura político–social no pudieran manifestarla. Aun más, faltaba la entidad financiera que facilitara los recursos; característica propia del leasing; para adquirir los esclavos que más tarde se incorporarían a la mina. Hay una relación comercial de esclavos, compraventa o arrendamiento pero no la configuración de una operación de leasing.
Esta figura comercial surge en los Estados Unidos de América a fines del decenio de los 50, como una forma de solucionar la falta de capital de giro de las empresas y, posteriormente, como medio para facilitar las exportaciones norteamericanas hacia Europa y Asia, que padecían de estrechez de recursos para comprar equipos y maquinaria. Ello motivó que, en otras realidades, Francia principalmente, se empezara a practicar y divulgar como un contrato de arrendamiento financiero adquiriendo plena aceptación en los años 1962 y 1963. En América Latina su divulgación, por parte de empresas extranjeras, se inicia diez años más tarde propiciando que algunos países lo hayan incluido en sus legislaciones.