ESTO ES GUERRA

Los programas de espectáculos, reality show, novelas y teleseries son las de mayor éxito en sintonía. Al ser este tipo de espacios los más rentables económicamente, los canales de televisión masifican su propuesta. El público lo pide, el público lo tiene.

 

Al ver estas cifras y al analizar la parrilla de programación de los canales de televisión, se puede apreciar que no contribuyen en la difusión de la educación, la cultura y los valores. Por el contrario, se prioriza los chismes, los romances armados y noticias sensacionalistas de asesinatos y policiales.

 

Estos ejemplos ponen en evidencia que los canales de TV no actúan de acuerdo al artículo 14º de la Constitución de 1993 que dispone que “los medios de comunicación social deben colaborar con el Estado en la educación y en la formación moral y cultural. Sin embargo, existen algunos programas que sí colaboran con esta tarea, la mayoría de ellos en TV Perú (canal del estado).

 

Los demás espacios son programados en muy mal horario o sin la logística necesaria para causar impacto en la teleaudiencia. Pero no solo las cadenas televisivas tienen la culpa del poco éxito de programas que si aportan a la cultura. Existe desinterés de los televidentes en usar la televisión para educarse, aprender y culturizarse.

 

Tendríamos que hacer un listado de los temas que de manera directa o indirecta se ven influenciados, trastocados y deformados por los contenidos televisivos y sus formas de exposición.

 

Por ejemplo:

 

  1. Los roles masculinos y femeninos desfigurados.
  2. Los estereotipos sexistas.
  3. Los modelos de belleza femenina.
  4. La mujer como objeto sexual.
  5. La ridiculización del homosexual.
  6. La neurotización de las relaciones de pareja expuestas en las telenovelas. Llamo yo a eso la teleneurosis. (Arboccó de los Heros, 2009).
  7. El reinado de la chatura y lo cotidiano.
  8. La vulgarización de la vida, la destrucción del lenguaje y el empobrecimiento temático y cultural.
  9. La desinformación y manipulación de los contenidos políticos (los ya conocidos trabajos psicosociales de los gobernantes de turno).

 

Los medios de comunicación ejercen un poder mayor que antes por el “aflojamiento” de las estructuras familiares, ocupacionales y educativas. La televisión, y ahora la internet, se apropian del poco tiempo del que disponen los niños para dedicarse a las actividades lúdicas y recreativas. Los medios de comunicación se han transformado en el centro fundamental de socialización para la juventud pobre, proceso basado en consumismo y violencia (García y Ramos, 1988).

 

Las cadenas televisivas han producido ciudadanos que muy poco saben y que se interesan por banalidades. Mejía Navarrete (2005) en su investigación sobre Medios de comunicación y violencia, nos dice: “En un contexto de pobreza y exclusión los medios de comunicación crean las condiciones para que los jóvenes marginales reaccionen con furia cuando se ofrece un mundo extremadamente desigual, al que no pueden acceder las mayorías y sólo está vetado para otros sectores minoritarios”

 

Mónica María Avalos (2009) en su investigación sobre la influencia del consumo televisivo sobre la formación de la identidad de género en niños en Colombia concluye que la televisión “es y seguirá siendo una fuente potencial de reproducción de diferentes modelos a seguir por los niños y niñas, los cuales tendrán un impacto posible en lo que ellos piensan, hacen y en como asumen su identidad de género o cualquier tipo de identidad”, también afirma que la televisión “por sí sola no hace todo el papal negativo, sino que esto obedece a la poca orientación de las familias frente a lo que los niños y niñas ven, dando cuenta del poco tiempo que les dedican”.

 

Según Humberto Ponce (2001) en su trabajo sobre la televisión peruana nos dice: “La televisión no educa, no presenta opciones suficientes de programas positivos, no vertebra el espacio público de comunicación actual que se basa en la imagen. Su carácter comercial la lleva a contenidos de baja calidad y a resaltar lo negativo, afectando los valores”. (p.125)

 

Para el conductor de programas de difusión cultural Marco Aurelio Denegri (2010) los dueños de los canales (de TV) nunca se van a autorregular mientras tengan éxito comercial. Ellos se amparan en que uno puede hacer todo aquello que la ley no prohíbe. No hay ninguna ley en contra de esparcir basura. Además es tajante al decir…“Responsable, no única, pero sí principalísima de esta bestialidad, de este embrutecimiento, es la televisión comercial. La persona bruta, o la que ha sido embrutecida por la televisión, no puede desarrollarse ni progresar”. (Revista Domingo, La República, 10 de octubre 2004)

 

En la programación televisiva peruana actual podemos considerar TV basura a los conocidos programas prime-time (horarios de máxima audiencia) donde la temática son los chismes, la simple vida farandulera, historias de vecindades con vidas cotidianas tomadas como grandes obras artísticas, programas de concursos cuando no de escándalos, además de los famosos programas por la mañana y de mediodía con su trillada y repetitiva propuesta sexista – para amas de casa- sin olvidar mencionar muchas telenovelas con sus triángulos dramáticos de villanos, víctimas y salvadores y sus mágicas propuestas de resoluciones y finales felices para todos, luego de grandes dosis de engaños, sufrimientos y maquiavelismo del estilo más neurótico posible; cabe mencionar finalmente esos espacios ocupados por sectas y agrupaciones religiosas (más bien “hipnótico-económicas”) además de algunos noticieros que encajan en el diagnóstico mediático realizado en este trabajo (con secuencia de horóscopo incluida).

 

Curiosamente muchos de los programas mencionados son los que más rating alcanzan permanentemente (¿o será también que esas cifras están manipuladas para convencernos de la importancia y calidad del programa en cuestión?). Muchas empresas se suman al circo ofreciendo millonadas de dinero para auspiciar estos espacios. Como veremos más adelante, la responsabilidad de tener en tan mal estado la TV peruana es de todos.