Los caminos de escape de la radiación y de los productos radiactivos suelen ser similares en cualquier tipo de central nuclear. Sin embargo, una de las principales razones por las que en las centrales nucleares occidentales no se ha producido un accidente con similares consecuencias al de Chernobil es porque las centrales nucleares se han diseñado y construido bajo el concepto de cuatro barreras físicas para impedir el escape de la radiación y de los productos radiactivos. Estas barreras se explican a continuación.
El combustible nuclear es un combustible cerámico, formado por pastillas de óxido de uranio sintetizado de alta densidad, y constituye en sí la primera barrera, pues retiene una gran cantidad de productos de fisión que no pasan a la vaina. Normalmente, a la temperatura de funcionamiento retiene todos los productos de fisión sólidos y el 90 por 100 de los gases y volátiles producidos.
La segunda barrera, es la vaina donde van apiladas herméticamente las pastillas de UO2 que no dejan pasar los productos de fisión al refrigerante. Sin embargo en el diseño de la central se admite que pueda existir una pequeña proporción de defectos mecánicos en las vainas.
La tercera barrera es el circuito primario o circuito de presión que está integrado por la vasija del reactor, que es de acero especial de 20 a 25 cm de espesor, revestida interiormente de acero inoxidable, de las bombas de refrigeración, presionador, cambiadores de calor (lado primario) y tuberías de conexión entre los distintos elementos.
La cuarta barrera es el edificio de contención, construido de hormigón postensado sobre una losa también de hormigón de más de 3 m de espesor. Todo este edificio va recubierto interiormente de una chapa de acero para asegurar la hermeticidad del edificio.