¿CÓMO SE HA DETERMINADO LA EDAD DE LA TIERRA?

La edad de la Tierra se ha medido utilizando los relojes atómicos contenidos en los materiales más primitivos del sistema solar a los que hemos tenido acceso, como son:
a) Las rocas terrestres más antiguas;

b) las rocas lunares traídas por americanos y soviéticos; y

c) los meteoritos que la Tierra intercepta en su deambular alrededor del Sol.

Dos han sido las clases de relojes utilizados: unos, con «poca cuerda», que se pararon mientras transcurría el Intervalo de transición y otros, con «mucha cuerda», que han llegado en marcha hasta nuestros días. Los prototipos de estos relojes son los siguientes:

El reloj de yodo-129, que impulsado por este radionucleido decae con un período de 17 Ma a xenón-129 (estable), y que permite medir lapsos de tiempo del orden de los cien millones de años. Las lecturas de este reloj pueden hacerse en los meteoritos que, por ser cuerpos celestes muy pequeños, se enfriaron inmediatamente después de su formación, así se ha observado por el xenón-129 acumulado, que todos los meteoritos se formaron durante el intervalo de transición, unos, como el meteorito Allede, en el inicio mismo del intervalo, y otros, como el meteorito Guareña (por citar sólo nombres hispánicos), unos 100 Ma después (como más tarde). En el ínterin de la transición se piensa que se formaron también los planetas, por acreción gravitatoria de pequeños asteroides; pero esto ha sido conocido, en parte, con el concurso de los relojes de «mucha cuerda», cuyo prototipo se cita a continuación.

El reloj de rubidio-87, que impulsado por este radionucleido decae, con un período de unos 50.000 Ma, a estroncio-87 (estable), el cual se acumula en todo mineral que contenga rubidio; los datos aportados por diversos meteoritos confirman la linealidad de esta acumulación temporal de estroncio-87, lo que permite extrapolar los resultados al tiempo «cero», del inicio del intervalo de transición. Ello ha sido ratificado haciendo uso de otro reloj de la misma clase, el de uranío-238 (figura 74), que decae, con un período de 4.507 Ma, para dar plomo-206 (estable).

En resumen, utilizando distintos relojes atómicos, ha sido posible determinar que la edad de la Tierra (y del sistema solar en su conjunto) es de 4.550 Ma, y que su formación requirió un intervalo de transición, entre la nébula galáctica y la concreción de los planetas, de unos 100 Ma.