INDICE
1.3. CARACTERÍSTICAS DEL CAPITALISMO.. 7
1.6. Producción Mercantil.. 11
División Social del Trabajo.. 15
Teoría de Karl Marx sobre el Salario.. 29
3.1. Análisis sobre las Problemáticas y desigualdades del Modo de Producción Capitalista.. 29
3.3. La Banca y el Capitalismo.. 32
El capitalismo es un sistema económico en el que los individuos privados y las empresas de negocios llevan a cabo la producción y el intercambio de bienes y servicios mediante complejas transacciones en las que intervienen los precios y los mercados.
Por extensión se denomina capitalista a la clase social más alta de este sistema económico («burguesía»), o bien a la forma común que tendrían los intereses individuales de los propietarios de capital en tanto accionistas y patrones de empresas; también se denomina capitalismo a todo el orden social y político (legislación, idiosincrasia, etc.) que orbita alrededor del sistema y a la vez determina estructuralmente las posibilidades de su contenido.
Los países de América latina son dependientes, están inmersos en lo que se conoce como Subcapitalismo y así lo define Roger Bartra (1973): “La situación de Subcapitalismo consiste en la existencia, en los llamados países del tercer mundo de una estructura socioeconómica y predominante capitalista pero subordinada a las potencias imperialistas; pero además indica que esta estructura no está normada por todas las leyes de desarrollo del capitalismo clásico europeo, ni se trata tampoco de una situación históricamente anterior al modelo clásico. Se trata de una estructura en la que los procesos de transición al capitalismo han quedado, por así decirlo fijados cristalizados por obra de la penetración y dominio del capital extranjero.”
El modelo desarrollista nos dice que los países subdesarrollados tenderán a ser tan ricos como los países industrializados una vez que las fuerzas económicas mundiales lo permitan, esto es con el paso del tiempo todos los países serán iguales en riquezas y en la satisfacción de necesidades de sus habitantes.
CAPITULO I
El Sistema Capitalista
Capitalismo, sistema económico en el que los individuos privados y las empresas de negocios llevan a cabo la producción y el intercambio de bienes y servicios mediante complejas transacciones en las que intervienen los precios y los mercados. Aunque tiene sus orígenes en la antigüedad, el desarrollo del capitalismo es un fenómeno europeo; fue evolucionando en distintas etapas, hasta considerarse establecido en la segunda mitad del siglo XIX. Desde Europa, y en concreto desde Inglaterra, el sistema capitalista se fue extendiendo a todo el mundo, siendo el sistema socioeconómico casi exclusivo en el ámbito mundial hasta el estallido de la I Guerra Mundial, tras la cual se estableció un nuevo sistema socioeconómico, el comunismo, que se convirtió en el opuesto al capitalista.
Para Castells (2007) “El término kapitalism fue acuñado a mediados del siglo XIX por el economista alemán Karl Marx. Otras expresiones sinónimas de capitalismo son sistema de libre empresa y economía de mercado, que se utilizan para referirse a aquellos sistemas socioeconómicos no comunistas.” Pág. 186 [1]
Algunas veces se utiliza el término economía mixta para describir el sistema capitalista con intervención del sector público que predomina en casi todas las economías de los países industrializados.
Se puede decir que, de existir un fundador del sistema capitalista, éste es el filósofo escocés Adam Smith, que fue el primero en describir los principios económicos básicos que definen al capitalismo. En su obra clásica Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones (1776), Smith intentó demostrar que era posible buscar la ganancia personal de forma que no sólo se pudiera alcanzar el objetivo individual sino también la mejora de la sociedad. Los intereses sociales radican en lograr el máximo nivel de producción de los bienes que la gente desea poseer. Con una frase que se ha hecho famosa, Smith decía que la combinación del interés personal, la propiedad y la competencia entre vendedores en el mercado llevaría a los productores, «gracias a una mano invisible», a alcanzar un objetivo que no habían buscado de manera consciente: el bienestar de la sociedad.
1.2.Origen
Tanto los mercaderes como el comercio existen desde que existe la civilización, pero el capitalismo como sistema económico, en teoría, no apareció hasta el siglo XVI en Inglaterra sustituyendo al feudalismo.
Según Adam Smith citado por Chingo (2009) “los seres humanos siempre han tenido una fuerte tendencia a «realizar trueques, cambios e intercambios de unas cosas por otras». De esta forma al capitalismo, al igual que al dinero y la economía de mercado, se le atribuye un origen espontáneo o natural dentro de la edad moderna.”[2]
Este impulso natural hacia el comercio y el intercambio fue acentuado y fomentado por las Cruzadas que se organizaron en Europa occidental desde el siglo XI hasta el siglo XIII. Las grandes travesías y expediciones de los siglos XV y XVI reforzaron estas tendencias y fomentaron el comercio, sobre todo tras el descubrimiento del Nuevo Mundo y la entrada en Europa de ingentes cantidades de metales preciosos provenientes de aquellas tierras. El orden económico resultante de estos acontecimientos fue un sistema en el que predominaba lo comercial o mercantil, es decir, cuyo objetivo principal consistía en intercambiar bienes y no en producirlos. La importancia de la producción no se hizo patente hasta la Revolución industrial que tuvo lugar en el siglo XIX.
Sin embargo, ya antes del inicio de la industrialización había aparecido una de las figuras más características del capitalismo, el empresario, que es, según Schumpeter, el individuo que asume riesgos económicos no personales. Un elemento clave del capitalismo es la iniciación de una actividad con el fin de obtener beneficios en el futuro; puesto que éste es desconocido, tanto la posibilidad de obtener ganancias como el riesgo de incurrir en pérdidas son dos resultados posibles, por lo que el papel del empresario consiste en asumir el riesgo de tener pérdidas o ganancias.
El camino hacia el capitalismo a partir del siglo XIII fue allanado gracias a la filosofía del Renacimiento y de la Reforma. Estos movimientos cambiaron de forma drástica la sociedad, facilitando la aparición de los modernos Estados nacionales que proporcionaron las condiciones necesarias para el crecimiento y desarrollo del capitalismo en las naciones europeas. Este crecimiento fue posible gracias a la acumulación del excedente económico que generaba el empresario privado y a la reinversión de este excedente para generar mayor crecimiento, lo cual generó industrialización en las regiones del norte.
A lo largo de su historia, pero sobre todo durante su auge en la segunda mitad del siglo XIX, el capitalismo tuvo una serie de características básicas. En primer lugar, los medios de producción tierra y capital son de propiedad privada. En este contexto el capital se refiere a los edificios, la maquinaria y otras herramientas utilizadas para producir bienes y servicios destinados al consumo. En segundo lugar, la actividad económica aparece organizada y coordinada por la interacción entre compradores y vendedores (o productores) que se produce en los mercados. En tercer lugar, tanto los propietarios de la tierra y el capital como los trabajadores, son libres y buscan maximizar su bienestar, por lo que intentan sacar el mayor partido posible de sus recursos y del trabajo que utilizan para producir; los consumidores pueden gastar como y cuando quieran sus ingresos para obtener la mayor satisfacción posible.
Gamble (2010) comprende este principio, “que se denomina soberanía del consumidor, refleja que, en un sistema capitalista, los productores se verán obligados, debido a la competencia, a utilizar sus recursos de forma que puedan satisfacer la demanda de los consumidores; el interés personal y la búsqueda de beneficios les lleva a seguir esta estrategia. (Pág. 80) [3]
En cuarto lugar, bajo el sistema capitalista el control del sector privado por parte del sector público debe ser mínimo; se considera que si existe competencia, la actividad económica se controlará a sí misma; la actividad del gobierno sólo es necesaria para gestionar la defensa nacional, hacer respetar la propiedad privada y garantizar el cumplimiento de los contratos. Esta visión decimonónica del papel del Estado en el sistema capitalista ha cambiado mucho durante el siglo XX.
Tanto los mercaderes como el comercio existen desde que existe la civilización, pero el capitalismo como sistema económico no apareció hasta el siglo XIII en Europa sustituyendo al feudalismo. Según Adam Smith, los seres humanos siempre han tenido una fuerte tendencia a «realizar trueques, cambios e intercambios de unas cosas por otras». Este impulso natural hacia el comercio y el intercambio fue acentuado y fomentado por las Cruzadas que se organizaron en Europa occidental desde el siglo XI hasta el siglo XIII. Las grandes travesías y expediciones de los siglos XV y XVI reforzaron estas tendencias y fomentaron el comercio, sobre todo tras el descubrimiento del Nuevo Mundo y la entrada en Europa de ingentes cantidades de metales preciosos provenientes de aquellas tierras. El orden económico resultante de estos acontecimientos fue un sistema en el que predominaba lo comercial o mercantil, es decir, cuyo objetivo principal consistía en intercambiar bienes y no en producirlos. La importancia de la producción no se hizo patente hasta la Revolución industrial que tuvo lugar en el siglo XIX.
Sin embargo, ya antes del inicio de la industrialización había aparecido una de las figuras más características del capitalismo, el empresario, que es, según Schumpeter, el individuo que asume riesgos económicos. Un elemento clave del capitalismo es la iniciación de una actividad con el fin de obtener beneficios en el futuro; puesto que éste es desconocido, tanto la posibilidad de obtener ganancias como el riesgo de incurrir en pérdidas son dos resultados posibles, por lo que el papel del empresario consiste en asumir el riesgo de tener pérdidas.
El camino hacia el capitalismo a partir del siglo XIII fue allanado gracias a la filosofía del renacimiento y de la Reforma. Estos movimientos cambiaron de forma drástica la sociedad, facilitando la aparición de los modernos Estados nacionales que proporcionaron las condiciones necesarias para el crecimiento y desarrollo del capitalismo. Este crecimiento fue posible gracias a la acumulación del excedente económico que generaba el empresario privado y a la reinversión de este excedente para generar mayor crecimiento.
1.4.Mercancía
Una mercancía es todo «aquello que se puede vender o comprar», usualmente el término se aplica a bienes económicos. Es importante señalar que el concepto mercancía no se refiere sólo a aquello que se entrega, sino también al momento en que se entrega y al lugar donde se recibe: no es lo mismo recibir ahora mil Bolívares Fuertes y entregarlos dentro de un año (esto sería recibir un préstamo) que recibir mil Bolívares Fuertes y entregarlos a continuación (efectuar un pago). Tampoco es lo mismo comprar un kilo de naranjas que nos entregarían a cien kilómetros de nuestro domicilio, llevarlas a casa sería caro; que recibirlas en una tienda al lado de casa, el coste de transportarlas a donde las vamos a consumir es mucho menor.
En el concepto de mercancía está implícito que ésta es a su vez intercambiable por otra cosa. Clasificar algo como mercancía supone a su vez reconocer a otros objetos también como mercancías, dado su valor de cambiabilidad.
“Al presuponer la cambiabilidad de los objetos considerados como mercancías, éstos son intercambiables pese a ser distintos. Un rasgo clave del concepto de mercancía es que se aparta de la noción de universal propia de cualquier concepto (es un singular omniabarcante, un singular global, un uno-todo) (pág. 162)”.[4]
Relaciones laborales (relación de trabajo)
La relación laboral o las relaciones laborales son aquellas que se establecen entre el trabajo y el capital en el proceso productivo. En esa relación, la persona que aporta el trabajo se denomina trabajador, en tanto que la que aporta el capital se denomina empleador, patronal, empresario o capitalista. El trabajador siempre es una persona física, en tanto que el empleador puede ser tanto una persona física como una persona jurídica. En las sociedades modernas la relación laboral se regula por un contrato de trabajo en el cual ambas partes son formalmente libres. Sin embargo un trabajador aislado se encuentra en una situación de hecho de debilidad frente al empleador que le impide establecer una relación libre, por lo que se entiende que una relación laboral para que sea realmente libre debe realizarse en forma colectiva, entre los trabajadores organizados sindicalmente y el empleador.
1.6.Producción Mercantil
Producción de artículos no para el propio consumo, sino para el cambio en el mercado por medio de la compra-venta de mercancías. Es condición de la producción mercantil la división social del trabajo y la existencia de productores dueños de los medios de producción. La producción y el cambio de las mercancías se regulan en consonancia con la ley económica llamada ley del valor. La producción mercantil no constituye un modo de producción especial. Por su forma y contenido, alcanza un desarrollo diferente en el régimen esclavista, en el feudalismo, en el capitalismo y en el socialismo en dependencia del nivel y del carácter de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción, del modo de producción dominante. En las condiciones de la esclavitud y del feudalismo, existía la producción mercantil simple de extensión limitada a una pequeña esfera dado que en la sociedad dominaba la economía natural y casi todo lo que se producía se destinaba a satisfacer las necesidades de los propios productores y de las clases explotadoras sin que asumiera la forma de mercancía. Bajo el capitalismo, la producción mercantil se basa en la propiedad capitalista privada sobre los medios de producción y en el trabajo asalariado de los obreros. Pasa a ser dominante y general ya que se presentan como mercancías no sólo los medios de producción y los artículos de consumo, sino, además, la fuerza de trabajo. A la producción mercantil basada en la propiedad privada sobre loe medios de producción le es propia la contradicción entre el trabajo privado y el trabajo social, dado que la propiedad privada separa a los hombres, hace que el trabajo de cada productor sea un asunto de su exclusiva incumbencia. Bajo el capitalismo esta contradicción de la producción mercantil se presenta como contradicción entre el carácter social de la producción y la forma capitalista privada de apropiación de los frutos del trabajo. En consecuencia sufren cambios esenciales las leyes económicas propias de la producción mercantil simple.
Gamble y otros. (2010) “ “La producción mercantil capitalista se desarrolla bajo la acción de leyes económicas espontáneas y ello hace que le sean inherentes la anarquía y la competencia, las crisis económicas de superproducción, la irreconciliable lucha de clases entre el proletariado y la burguesía. La producción mercantil, bajo el socialismo, se diferencia radicalmente de la producción mercantil capitalista que la precede, así como de la producción mercantil simple. (pág. 292) [5]
Estas diferencias se deben a todo el conjunto de las relaciones de producción y ante todo al hecho de que en la base de la producción mercantil socialista se encuentra la propiedad social y no la propiedad privada. El nivel de desarrollo de las fuerzas productivas y el grado de socialización real de la producción en la fase socialista hacen necesaria la conservación de la producción mercantil y de las relaciones monetario-mercantiles bajo el socialismo. Uno de los rasgos importantes de la propiedad social bajo el socialismo y que condicione la necesidad de que se conserve la producción mercantil, estriba en que dicha propiedad presenta dos formas: la estatal y la cooperativo-koljosiana.
Para Palloix (2011) “realizar la producción de las empresas estatales y cooperativas significa venderla, y ello implica un cambio de poseedor. Junto a las relaciones reciprocas que existen entre las dos formas de propiedad socialista constituyen un factor de suma importancia, que determina la necesidad de la producción mercantil bajo el socialismo, varias particularidades de la propiedad socialista estatal misma que la diferencia de la propiedad en la fase superior del comunismo”. (pág. 120) [6]
Una de dichas particularidades consiste en que la propiedad del Estado sobre todas las empresas estatales y su producción se conjugan con la autonomía económica de dichas empresas. Esta autonomía implica que el Estado entrega determinados recursos para uso exclusivo de tal o cual empresa, se los asigna. La división social del trabajo entre las diferentes empresas estatales exige que su producción pase regularmente de unas empresas a otras. La autonomía económica de las empresas excluye que se cedan gratuitamente entre sí el producto fabricado; la producción se realiza en calidad de venta, a precios que permiten la restitución equivalente de las inversiones de trabajo socialmente necesarias. El que las empresas estatales establezcan sus raciones económicas en el plano de la circulación mercantil, sobre la base de la equivalencia y del cálculo económico, estimula el ahorro de trabajo vivo y materializado induce a alcanzar mejores resultados económicos. Otras particularidades distinguen también la producción mercantil bajo el socialismo de la producción mercantil en las formaciones presocialistas.
Schumpeter (2012) “La producción mercantil en el socialismo excluye la existencia de relaciones de explotación y la posibilidad de que surjan. En las condiciones de la producción mercantil socialista, la economía no se desarrolla de manera espontánea, no existen la lucha competitiva ni la anarquía de la producción”.[7]
Bajo el socialismo, la producción mercantil se desarrolla de manera planificada. No posee el carácter universal que es inherente a la producción mercantil bajo el capitalismo. No pueden ser objeto de compra-venta -ni son por consiguiente mercancías- la fuerza de trabajo, la tierra y el subsuelo, los bosques y las aguas, las fábricas, las plantas industriales, las minas, los ferrocarriles, etc. En el régimen de producción mercantil socialista que se encuentra bajo el control consciente y planificado de la sociedad, no existe el fetichismo de la mercancía inherente a la producción mercantil espontánea. La producción mercantil, bajo el socialismo, sirve con éxito al sistema socialista de economía en todas las etapas de su desarrollo, incluida también la fase actual, el período de la edificación de la sociedad comunista en todos los frentes. La producción mercantil desaparecerá en la fase superior del comunismo después de haberla utilizado plenamente en la fase del socialismo.
CAPITULO II
División Social del Trabajo
Separación de distintos tipos de trabajo en la sociedad de modo que los productores se concentran en determinadas ramas y clases de producción. La división social del trabajo se refleja en la división de la economía nacional en sectores (industria, construcción, agricultura, transporte etc.) y en ramas de la producción (industria ligera, construcción de maquinaria, metalurgia, ganadería, horticultura, etc.). La división social del trabajo, implica una especialización profesional de los trabajadores de la producción. El grado de desarrollo de la división social del trabajo caracteriza el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas. La primera gran división social del trabajo separación de las tribus dedicadas a la ganadería contribuyó a elevar sensiblemente la productividad del trabajo y creó las premisas materiales para el nacimiento de la propiedad privada, de la sociedad de clases. La segunda gran división social del trabajo los oficios se separaron de la agricultura contribuyó a la ulterior elevación de la productividad del trabajo y, junto a la primera gran división social del trabajo, hizo que se ampliara la producción de artículos destinados especialmente al cambio y que creciera la producción mercantil. El desarrollo de la economía mercantil y la ampliación del mercado condicionaron el surgimiento de la tercera gran división social del trabajo: la formación de la clase de los mercaderes.
El progreso de la división social del trabajo en las sociedades basadas en la explotación presenta un carácter clasista antagónico y en parte encuentra su expresión en el nacimiento y desarrollo de la oposición entre la ciudad y el campo, entre el trabajo intelectual y el trabajo físico. Bajo el capitalismo, la división social del trabajo se desarrolla espontáneamente. El desigual avance de las distintas esferas y ramas de la producción, la anarquía de la producción social y la enconada lucha competitiva provocan una constante desproporción y un despilfarro incesante del trabajo social.
En la economía capitalista la producción se especializa con miras a obtener ganancias. El proceso de desarrollo de la división social del trabajo acentúa el carácter social de la producción capitalista, creando las premisas materiales del socialismo. La división social del trabajo llega a rebasar los límites de la economía nacional, el comercio internacional se desarrolla sobre la base de la gran producción maquinizada y estas circunstancias hacen que surja la división capitalista internacional del trabajo. Bajo el socialismo, la división social del trabajo se diferencia por principio de la división del trabajo en el régimen capitalista. Se desarrolla según un plan con miras al crecimiento de la producción social y a la elevación de la productividad del trabajo y ello con el fin de satisfacer las necesidades de la sociedad y de cada uno de sus miembros. El emplazamiento socialista de la producción, la especialización y la cooperación de las empresas abren amplias posibilidades para que se utilicen de manera más completa y eficiente el potencial de producción, los recursos laborales y materiales. Con el nacimiento del sistema socialista de economía mundial, la división social del trabajo rebasa el marco de los diversos pulses socialistas, aparece la división socialista internacional del trabajo.
Es, según el Diccionario de la Academia Española, la calidad que constituye una cosa digna de estimación o aprecio.
La acepción de esa palabra en el lenguaje de la Economía no difiere de su sentido general, y buena prueba es de ello que, a pesar de las enojosas discusiones que los autores sostienen sobre el concepto del valor económico, háyanse todos conformes en que significa una propiedad o relación de las cosas, siendo muy de notar que, no obstante esas oposiciones y divergencias, la mayor parte de los economistas se encuentran también de acuerdo cuando se trata de determinar cuáles son las cosas en que reside el valor.
Infiérase de aquí, que si la cuestión del valor no se ha resuelto, es tal vez porque no se ha planteado en sus verdaderos términos. La dificultad nace en nuestra opinión al menos, de que suelen involucrarse dos puntos que es necesario distinguir, estableciendo primero en que consiste el valor económico, y examinando luego de qué depende o cuales son las circunstancias que en él influyen.
Afirmamos que el valor económico es una cualidad, y nos sugiere ante todo la idea de lo útil sólo vale aquello que sirve para algo; pero la idea del valor excede a la de utilidad y expresa un grado superior más elevado de ésta, porque no decimos el valor de todas las cosas útiles, el aire, la luz, etc., no valen económicamente, ni aun de aquellas que particularmente entran en el orden de la Economía, porque su utilidad requiere la intervención del trabajo la tierra inculta y abandonada, los frutos espontáneos de la isla desierta tampoco tienen valor alguno, sino que reservamos la afirmación del valor como propia únicamente de las cosas cuya utilidad se nos ofrece en toda la plenitud de su desarrollo, merced a la acción ejercida sobre ellas por el trabajo. Es decir, que el valor se refiere siempre a un resaltado de la industria humana, que tiene por fundamento la utilidad y por condición el trabajo; es la cualidad esencial y distintiva de los productos económicos, y puede definirse como la utilidad apropiada, o bien el grado de utilidad que convierte las cosas en riqueza.
En esto vienen a parar, o de ello parten como supuesto, las numerosas teorías relativas al valor, aunque sólo algún economista lo establece claramente.
Pero ¿de qué depende que el valor de unas cosas sea considerable, que otras le tengan escaso y se halle el de todas sujeto a continuas alteraciones? ¿Cómo se mide el valor económico? Por la utilidad que contiene el producto, dicen unos; por el esfuerzo que cuesta adquirirle, dicen otros; por su escasez en el mercado, añaden algunos; y aquí comienza la confusión y el laberinto de las opiniones.
Si el valor proviene como hemos visto, de la utilidad y el trabajo, éstos serán los primeros elementos que en él influyan, sin perjuicio de que pueda haber otros con los que también se relacione.
La utilidad del producto puede aplicarse a las necesidades directamente para el uso, e indirectamente por medio del cambio: luego tiene dos aspectos y ambos contribuirán a la determinación del valor: así decimos que valen poco, cosas que satisfacen las exigencias más apremiantes de nuestra naturaleza el pan, la leña, etc., y reconocemos un gran valor en otras que por sí mismas no pueden procurarnos bien alguno el tabaco por ejemplo, para el que no fuma. Ahora bien: este segundo carácter de la utilidad, que la refiere a las necesidades ajenas, se mide por el precio, o sea por la cantidad de otro producto que puede obtenerse a cambio de ellas. En este sentido ha podido decirse, y es seguramente cierto, que la abundancia y la escasez, las condiciones todas del mercado influyen en el valor económico.
El trabajo indispensable para formar un producto nótese que no hablamos del empleado en cada caso, que puede ser muy distinto del necesario; el trabajo decimos, concurre también á fijar el valor económico. Vale más aquello que más trabajo cuesta, porque dada cierta utilidad, la producción depende en cantidad y calidad del trabajo empleado sobre aquélla, y tanto mayor será el valor que se obtenga cuanto más eficaz o mejor dirigido sea el esfuerzo; del mismo modo que dos trabajos iguales producirán valores diferentes si se aplican sobre utilidad distinta.
El valor está, pues, en razón directa de la utilidad y el esfuerzo que representa el producto. Pero esto sólo puede ser exacto tomando la utilidad, no como relación puramente individual, sino en su doble aspecto de uso y de cambio, y el trabajo, no como esfuerzo personal y de caso determinado, sino conforme a las condiciones formales de la industria.
No hay dos clases de valor económico, uno de uso y otro en cambio; el valor es uno, pero se fija mediante un juicio de que se computan la estimación propia y la estimación ajena de las cualidades del producto. Cuando el valor no expresa más que una relación de carácter exclusivamente personal deja de ser económico, y el lenguaje común así lo advierte, distinguiéndole como valor de afección.
La influencia que hemos reconocido al precio en la determinación del valor no supone la confusión de ambos términos. EI precio consiste en la relación de dos valores, atiende sólo al cambio y en él únicamente se manifiesta, en tanto que el valor es anterior al cambio y se funda principalmente en las cualidades del producto. El precio no es más que un aspecto del valor, y se fija en virtud de causas muy distintas de las que obran sobre éste, y por eso no siempre coinciden: si el producto recibe todo su valor en comparación con otro, si hay equivalencia, se dice que el precio es justo; y cuando sucede de otro modo, decimos que vale aquél más o menos que el precio por que se cambia. Pudiéramos decir, según esto, que el valor es una determinación de la utilidad, y el precio una determinación del valor.
Que el valor es esencialmente variable y no hay una medida segura á que referirle, cosa en que también convienen los economistas, se explica sencillamente sin más que tener en cuenta que el valor expresa una relación entre términos sujetos á continuas alteraciones. Es la condición del medio económico, y éste se modifica al par de las necesidades á que se dirige y según cambian las condiciones del trabajo humano, que le da vida.
2.2. Trabajo
Proceso que se efectúa entre los hombres y la naturaleza y en el cual, los hombres valiéndose de los instrumentos de trabajo, y mediante su actividad dirigida a un fin modifican los objetos de la naturaleza de modo que con éstos puedan satisfacer sus necesidades. El proceso de trabajo abarca tres aspectos: 1) la actividad del hombre dirigida a un fin, o sea, el trabajo mismo, 2) el objeto de trabajo, y 3) los medios de trabajo con que el hombre actúa sobre dicho objeto.
El trabajo es la condición primera y fundamental de la existencia humana. Gracias al trabajo el hombre se separó del mundo animal, empezó a elaborar instrumentos de producción y pudo desarrollar sus facultades, determinantes del ulterior proceso del desarrollo social. En el proceso de trabajo, los hombres al obtener los medios de subsistencia entran en determinadas relaciones unos con otros: las relaciones de producción. El carácter del trabajo y la forma en que la fuerza de trabajo humana se une con los medios de producción dependen del modo de producción dominante.
En el régimen de la continuidad primitiva, el trabajo se realiza en común, es colectivo, la propiedad sobre los medios de producción y los productos del trabajo son comunitarios. En dicho régimen no se da la explotación del trabajo. Al surgir la división social del trabajo, la propiedad privada y la producción mercantil, el trabajo adquiere un doble carácter.
En las formaciones económico-sociales antagónicas de clase (régimen esclavista, régimen feudal y régimen capitalista) la fuerza de trabajo del hombre en el proceso de trabajo, es objeto de dura explotación por parte de los dueños de esclavos de los señores feudales y de los capitalistas, y estas clases explotadoras se apropian gratuitamente de los resultados de una gran parte de la labor de los trabajadores. (Castells. 2012, pág. 13)[8]
Bajo el modo esclavista de producción surge la oposición entre el trabajo intelectual y el trabajo físico, oposición que se agudiza en grado extremo bajo el capitalismo. El modo capitalista de producción basado en la explotación del trabajo asalariado, de forma física y espiritualmente al hombre, condenándolo por toda la vida a ejecutar una determinada operación, convierte al obrero en un simple apéndice de la máquina. En la sociedad capitalista la organización del trabajo se mantiene mediante la disciplina del hambre, bajo la constante amenaza de que el trabajador sea expulsado de la producción, se mantiene por el temor de los trabajadores a quedarse sin medios de subsistencia. De ahí que, bajo el capitalismo, el trabajo sea para el obrero una pesada carga y una obligación forzosa, carezca de todo contenido creador. Bajo el socialismo y el comunismo el carácter del trabajo cambia radicalmente. La revolución socialista elimina para siempre toda forma de explotación del trabajo. En el decurso de la edificación socialista y comunista la colaboración amistosa y la ayuda mutua entre los hombres libres de la explotación engendran una nueva actitud hacia el trabajo. El trabajo se convierte cada vez más en una cuestión de honor y dignidad de cada individuo. En la base del trabajo se encuentra la disciplina consciente de los hombres que se unen para forjar el comunismo.
Bajo el socialismo impera el principio: «Quien no trabaja no come», existe para todos la obligación de trabajar para la sociedad y recibir de ella lo que corresponda con arreglo a la cantidad y calidad del trabajo invertido. EI derecho al trabajo, en la sociedad socialista se halla asegurado por el carácter planificado de la producción social, por la supresión del paro forzoso. Bajo el comunismo, el trabajo no solo representará un medio para subsistir, sino que constituirá la primera necesidad vital del hombre desarrollado en todos los aspectos, será una fuente de inspiración creadora y de placer.
2.3. Fuerza de Trabajo
Capacidad del hombre para trabajar, conjunto de fuerzas físicas y espirituales de que el hombre dispone y que utiliza en el proceso de producción de los bienes materiales. La fuerza de trabajo es la condición fundamental de la producción en toda sociedad. En el proceso de producción, el hombre no sólo actúa sobre la naturaleza que le rodeo, sino que desarrolla, además, su experiencia productiva, sus hábitos de trabajo. En las sociedades antagónicas de clase, los obreros carecen de medios de producción y son explotados. Las formas en que la fuerza de trabajo se explota dependen del tipo de propiedad imperante. Bajo el capitalismo, la fuerza de trabajo se conviene en una mercancía. Las condiciones necesarias para que la fuerza de trabajo se convierta en mercancía son: 1) la libertad personal del individuo, la posibilidad de disponer de su fuerza de trabajo; 2) la carencia de medios de producción en lo que respecta al trabajador, la necesidad de vender la capacidad de trabajo para obtener medios de subsistencia. Bajo el capitalismo, la fuerza de trabajo, como cualquier otra mercancía, posee valor y valor de uso. El valor de la fuerza de trabajo se determina por el valor de los medios de vida indispensables para mantener la normal capacidad de trabajo de su poseedor y sostener a los miembros de su familia, y también por los gastos que implica el aprendizaje del obrero.
Con el desarrollo de la sociedad, el valor de la fuerza de trabajo cambia de magnitud, dado que se modifican el nivel de las necesidades y la cantidad de medios de vida necesarios al obrero y a su familia; también cambia el valor de dichos medios de vida a causa del avance de las fuerzas productivas. Así, por ejemplo, el valor de la fuerza de trabajo de un obrero inglés en nuestros días es esencialmente distinto de lo que era a mediados del siglo XIX. Las diferencias de nivel en el desarrollo económico, las peculiaridades nacionales e históricas de los países, así como las condiciones naturales y climáticas hacen que el valor de la fuerza de trabajo en los diferentes países presente diferencias esenciales.
A medida que la producción progresa, se registra una tendencia general a que se eleve el nivel de las necesidades del obrero y aumente el valor de la fuerza de trabajo. El precio de esta fuerza tiende a situarse por debajo de su valor, lo cual se halla condicionado por el aumento del paro forzoso. Los capitalistas procuran reducir al mínimo las necesidades materiales y culturales de los trabajadores disminuyendo los salarios. El valor de uso de la mercancía fuerza de trabajo estriba en la facultad que posee el obrero de crear, en el proceso de trabajo, un valor que supera al de la propia fuerza de trabajo, es decir, estriba en la facultad de proporcionar plusvalía. En la facultad que la fuerza de trabajo posee de crear plusvalía reside el principal interés del capitalista. Únicamente en ello ve el capitalista el sentido de comprar y consumir fuerza de trabajo. En la sociedad socialista, la fuerza de trabajo no es una mercancía. Gracias al dominio de la propiedad social sobre los medios de producción, los trabajadores, en dicha sociedad, son los dueños de todas las riquezas.
Las relaciones entre los obreros y el Estado socialista, así como con las uniones cooperativas, se establecen sobre la base de la utilización planificada de los recursos de trabajo en interés de todos los miembros de la sociedad. Las relaciones socialistas de producción hacen posible el desarrollo integral de las facultades físicas y espirituales de los trabajadores, la incesante elevación de su nivel cultural y técnico y de su bienestar material.
2.4. Plusvalía
Valor que el trabajo no pagado del obrero asalariado crea por encima del valor de su fuerza de trabajo y del que se apropia gratuitamente el capitalista. La plusvalía expresa la esencia y la particularidad de la forma capitalista de explotación, en la que el plusproducto adquiere la forma de plusvalía.
Según Mattick (2007) “Después de descubrir la esencia de la categoría económica de la mercancía fuerza de trabajo, Marx resolvió lo que no habla podido resolver toda la economía política que le precedió, descubrió la fuente real que da origen a la plusvalía, puso al descubierto la naturaleza de la explotación capitalista, oculta tras las relaciones mercantiles”. (pág. 99) [9]
Al organizar la producción, el capitalista desembolsa una determinada suma de dinero para adquirir medios de producción y para comprar fuerza de trabajo sin perseguir más que un objetivo: obtener un excedente de valor sobre la cantidad de dinero inicial anticipada por él, es decir: obtener plusvalía. La plusvalía no puede ser resultado de un cambio no equivalente, dado que la compra y venta de mercancías se efectúa sobre la base de la ley del valor. Tampoco pueden ser fuente de plusvalía los medios de producción (capital constante), dado que no crean nuevo valor, sino que tan sólo transfieren el suyo al nuevo producto creado.
En cambio, la particularidad específica de la mercancía fuerza de trabajo estriba en que posee la facultad de crear un nuevo valor en el proceso de su consumo, es decir, en el proceso del trabajo, con la particularidad de que dicho nuevo valor es mayor que el de la propia fuerza de trabajo. El capitalista logra estos fines obligando al obrero a trabajar más allá del tiempo necesario para reproducir el valor de su faena de trabajo. De esta suerte, el trabajo del obrero asalariado es la única fuente de plusvalía. Se aumenta la plusvalía extrayendo plusvalía absoluta y produciendo plusvalía relativa. Ambos métodos llevan al crecimiento de la cuota de plusvalía, que muestra el grado de explotación de los trabajadores. La sed de acumulación, bajo el capitalismo, no tiene límites. Los capitalistas procuran ampliar incesantemente la producción poniendo para ello en circulación la plusvalía creada por los obreros. Ampliando la producción lo cual va acompañado de un aumento del número de obreros asalariados sometidos al yugo de la explotación capitalista- y elevando la cuota de explotación, la clase de los capitalistas se apropia de una masa de plusvalía cada vez mayor. Por consiguiente, la acumulación del capital lleva a un aumento de la riqueza de la clase de los capitalistas, a intensificar la explotación de la clase obrera, al empeoramiento de la situación de dicha clase. En el proceso de realización y distribución, la plusvalía se divide en ganancia obtenida por los empresarios industriales y comerciales, interés, que perciben los banqueros, y renta, que se embolsan los terratenientes.
Al crear la teoría, auténticamente científica, de la plusvalía, Marx hizo un profundo análisis de las relaciones de clase de la sociedad burguesa, puso al descubierto la base económica del antagonismo entre el proletariado y todas las clases explotadoras de la sociedad burguesa. Lenin llamó a la teoría de la plusvalía piedra angular de la doctrina económica de Marx. El desarrollo del capitalismo cuyo principal motor es la sed de lucro, la obtención de plusvalía, conduce inevitablemente a que se agrave la contradicción fundamental del capitalismo, o sea la contradicción entre el carácter social de la producción y la forma capitalista privada de la apropiación de los resultados del trabajo; conduce a que se agudicen las contradicciones de clase y, como consecuencia, el inevitable cambio revolucionario del capitalismo por un modo de producción nuevo, más progresivo: el socialismo.
La jornada de trabajo o jornada laboral es el tiempo que cada trabajador dedica a la ejecución del trabajo por el cual ha sido contratado. Se contabiliza por el número de horas que el empleado ha de desempeñar para desarrollar su actividad laboral dentro del período de tiempo de que se trate: días, semanas o años.
2.6. Salario
El salario o remuneración salarial, es el pago que recibe de forma periódica un trabajador de mano de su patrón a cambio del trabajo para el que fue contratado. El empleado recibe un salario a cambio de poner su trabajo a disposición del jefe, siendo éstas las obligaciones principales de su relación contractual.
Cuando los pagos son efectuados en forma diaria, recibe el nombre de jornal. Si es entre las 12 será jornal matinal y si es pasadas las 12 será diurno.
Es una contraprestación principalmente en dinero, si bien puede contar con una parte en especie evaluable en términos monetarios, que recibe el trabajador del empleador por causa del contrato de trabajo. Siempre debe existir una remuneración en dinero, la especie es necesariamente adicional.
El salario es el elemento monetario principal en la negociación de un contrato de trabajo. Es la contraprestación en la relación bilateral, aunque en algunas ocasiones se tienen también en cuenta otras condiciones laborales como vacaciones, jornada, etc.
Los salarios representan algo muy diferente para trabajadores y empleadores. Para estos últimos, aparte de ser un elemento del costo, es un medio que permite motivar a los trabajadores. En cambio, para los trabajadores representa el nivel de vida que pueden tener, un incentivo para adquirir calificaciones y, por último, una fuente de satisfacción frente al trabajo realizado. La negociación colectiva en la empresa o en el sector y un diálogo social tripartito en el plano nacional son las mejores vías para determinar el nivel de los salarios y resolver conflictos potenciales.
CAPITULO III
Teoría de Karl Marx sobre el Salario
La teoría de los salarios que Karl Marx sostenía es que en un sistema capitalista la fuerza laboral rara vez percibe una remuneración superior a la del nivel de subsistencia. Según Marx, los capitalistas se apropiaban de la plusvalía generada sobre el valor del producto final por la fuerza productiva de los trabajadores, incrementando los beneficios.
3.1. Análisis sobre las Problemáticas y desigualdades del Modo de Producción Capitalista
Cuando la economía crece para todos se aceptan más fácilmente las disparidades en los ingresos. Pero cuando una crisis económica como la actual sacude el modelo capitalista, también se pone en cuestión el aumento de la desigualdad que se observó en los últimos veinte años. Sendos informes recientes de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y de la OCDE llaman la atención sobre esta tendencia.
Nadie niega que cierto grado de desigualdad de ingresos sirva para premiar el esfuerzo laboral, el talento y la innovación, y por lo tanto es un estímulo para el desarrollo.
El problema aparece cuando esa desigualdad es muy grande y, además, no está suficientemente justificada por mejoras en la rentabilidad de las empresas.
Castells (2007) comprende que “es lo que se ha comprobado en la actual tormenta financiera, con el naufragio de grandes compañías cuyos altos ejecutivos han cobrado retribuciones desmesuradas por una actuación que ha acabado por llevarlas a la ruina. Se habla ahora de poner coto incluso legal a estas retribuciones. Pero esta es solo la nota más extrema de la deriva del capitalismo actual hacia crecientes desigualdades en muchos países. (pág. 186)[10]
El informe de la OIT sobre El trabajo en el mundo 2008 comprueba que desde comienzos de los años 90 las desigualdades de renta se han acentuado en la mayoría de las regiones del mundo, a pesar de un fuerte aumento del empleo (30%). En dos tercios de los 73 países estudiados, la desigualdad entre los hogares ricos y los pobres se ha agrandado.
La brecha entre el 10% de los asalariados con ingresos más altos y los del 10% peor pagado aumentó en 18 de los 27 países para los que se disponen de datos. Esta diferencia creció particularmente en Hungría, Polonia, Portugal y EE.UU. En cambio, España y Francia registraron un movimiento inverso.
3.2. Neoliberalismo
El término neoliberalismo, proviene de la abreviación de neoclassical liberalism (liberalismo neoclásico), es un neologismo que hace referencia a una política económica con énfasis tecnocrático y macroeconómico que considera contraproducente el excesivo intervencionismo estatal en materia social o en la economía y defiende el libre mercado capitalista como mejor garante del equilibrio institucional y el crecimiento económico de un país, salvo ante la presencia de las denominadas fallas del mercado.
Suele considerarse, erróneamente, como una reaparición del liberalismo decimonónico. Sin embargo, al contrario de éste, no rechaza totalmente el intervencionismo estatal y además guarda una ambigüedad ideológica, respondiendo más a su base teórica técnica neoclásica. Siendo una propuesta macroeconómica tiende a ser neutral con respecto a las libertades civiles.
Mandel, (2005) “Se usa con el fin de agrupar un conjunto de ideologías y teorías económicas que promueven el fortalecimiento de la economía nacional (macroeconomía) y su entrada en el proceso globalizador a través de incentivos empresariales que, según sus críticos, es susceptible de conducirse en beneficio de intereses políticos más que a la economía de mercado propiamente dicha. (pág. 182)[11]
Muchos economistas cuestionan el término neoliberalismo porque no corresponde a ninguna escuela bien definida, ni siquiera a un modo especial de describir o interpretar las actividades económicas (aunque probablemente sí de explicarlas). Se trata de un término más bien político o ideológico, frecuentemente usado por los medios de comunicación y algunos intelectuales.
El término nace de la necesidad de diferenciar el liberalismo económico previo a la Primera Guerra Mundial, de los modelos económicos de la democracia liberal surgidos durante la Guerra Fría, siendo el neoliberalismo en todos los casos, un conjunto de ideas bastante alejadas de la ortodoxia liberal del siglo XIX. El llamado neoliberalismo en cierta medida consiste en la aplicación de los postulados de la escuela neoclásica en política económica. No define una teoría económica concreta, y se usa más para referirse a la institucionalización de un sistema en el comercio mundial. Tampoco el neoliberalismo es una filosofía política unificada debido a la diversidad de escuelas y movimientos que se le suelen relacionar.
3.3. La Banca y el Capitalismo
En estos tiempos, el término «capitalismo» es utilizado por doquier, y es cierto que si se refiere a lo que en economía se llama «economía de mercado libre». Teóricamente sólo hay una forma en la que los mercados funcionan, si se los deja funcional.
Ese ideal del mercado irrestricto se encuentra teñido de todo tipo de intervenciones y restricciones, lo que da como resultado una diversidad de sistemas, por lo que no hay un solo «capitalismo», sino varios.
Entre tantos Mattick. (2009) señala que el «capitalismo bancario», donde los inversores depositan sus ahorros en los bancos que invierten comprando acciones de empresas. Los bancos reemplazan la supervisión de los accionistas en el primero, y de la familia en el segundo” (pág. 55).[12]
Un banco es una institución financiera que se encarga de administrar y prestar dinero. La banca, o el sistema bancario, es el conjunto de entidades o instituciones que, dentro de una economía determinada, prestan el servicio de banco.
CONCLUSIONES
“Existe el capitalismo dondequiera que se realiza la satisfacción de necesidades de un grupo humano, con carácter lucrativo y por medio de empresas, cualquiera que sea la necesidad de que se trate; especialmente diremos que una explotación racionalmente capitalista es una explotación con contabilidad de capital, es decir, una empresa lucrativa que controla su rentabilidad en el orden administrativo por medio de la contabilidad moderna, estableciendo un balance. Naturalmente, una economía individual puede orientarse de modo muy distinto en el aspecto capitalista.
El capitalismo se nos presenta en forma distinta en los diversos períodos de la historia, pero la satisfacción de las necesidades cotidianas basada en técnicas capitalistas sólo es peculiar de Occidente, y aun en los países del mismo resulta cosa natural desde la segunda mitad del siglo XIX. Lo que a manera de anticipos encontramos en siglos anteriores, son simples pródromos, e incluso las pocas explotaciones capitalistas del siglo XVI hubieran podido ser eliminadas de la vida económica de aquel entonces sin que sobrevinieran transformaciones catastróficas.
El camino hacia el capitalismo a partir del siglo XIII fue allanado gracias a la filosofía del Renacimiento y de la Reforma. Estos movimientos cambiaron de forma drástica la sociedad, facilitando la aparición de los modernos Estados nacionales que proporcionaron las condiciones necesarias para el crecimiento y desarrollo del capitalismo en las naciones europeas. Este crecimiento fue posible gracias a la acumulación del excedente económico que generaba el empresario privado y a la reinversión de este excedente para generar mayor crecimiento, lo cual generó industrialización en las regiones del norte.
BIBLIOGRAFIA
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- Paul Mattick. Crisis y teoría de la crisis (Barcelona: Península. 1977) “Los capitalistas viven la crisis como falta de demanda para las mercancías, los trabajadores como falta de demanda de su fuerza de trabajo”. P. 99.
- Juan Chingo. El capitalismo mundial en una crisis histórica. Revista Estrategia Internacional (Buenos Aires, Argentina. No. 25. Diciembre 2008-Enero 2009).
[1] Castells, Manuel. (2007) “La teoría marxista de las crisis económicas y las transformaciones del capitalismo”. Tercera edición. Madrid, España: pág. 186
[2] Chingo, Juan. (2009) “El capitalismo mundial en una crisis histórica”. Revista Estrategia Internacional (Buenos Aires, Argentina. No. 25. Diciembre 2008-Enero 2009).
[3] Gamble, Andrew y Walton, Paul. (2010) “El capitalismo en crisis. La inflación y el Estado”. Editorial Siglo XXI. Tercera Edición. México. Pág. 80)
[4] Mandel, Ernest. (2005) “Long Waves of Capitalist Development. A Marxist Interpretation” London and New York. Verso Books. Pág. 162
[5] Gamble y Andrew; Walton. Paul (2010) “El capitalismo en crisis. La inflación y el Estado” editorial Siglo XXI. Tercera Edición. México, pág. 292 y ss.
[6] Palloix, Christian. (2011) “Proceso de producción y crisis del capitalismo” editorial Harold Blume Madrid, pág. 120
[7] Schumpeter, Joseph. (2012) “Business Cycles. A Theoretical, Historical, and Statistical Analysis of the Capitalist Process” London and New York. Martino Publishing Co. Mansfield Centre. CT. 2005. El original es de 1939) Tomo I.
[8] Castells. Manuel (2012) “La teoría marxista de las crisis económicas y las transformaciones capitalismo”. Editorial Siglo XXI. Tercera Edición. Madrid, España, pág. 13.
[9] Mattick Paul. (2007) “Los capitalistas viven la crisis como falta de demanda para las mercancías, los trabajadores como falta de demanda de su fuerza de trabajo”. Editorial Siglo XXI. Barcelona, pág. 99.
[10] Castells, Manuel. (2007) “La teoría marxista de las crisis económicas y las transformaciones del capitalismo”. Tercera edición. Madrid, España: pág. 186
[11] Mandel, Ernest. (2005) “Long Waves of Capitalist Development. A Marxist Interpretation” London and New York. Verso Books. Pág. 162
[12] Paul Mattick. (2009) “Los capitalistas viven la crisis como falta de demanda para las mercancías, los trabajadores como falta de demanda de su fuerza de trabajo”. Crisis y teoría de la crisis. (Barcelona: Península. Pág 55.