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AUTOESTIMA

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Freud en Introducción al Narcicismo, plantea que, en primer lugar, la autoestimación nos parece ser una expresión de la magnitud del yo. Todo lo que una persona posee o logra, cada residuo del sentimiento de la primera omnipotencia confirmado por su experiencia, ayuda a incrementar su autoestimación.

Al introducir la diferenciación de instintos sexuales e instintos del yo, tenemos que reconocer en la autoestimación una mínima relación con la libido narcisista.

Nos apoyamos para ello en dos hechos fundamentales: el de que la autoestimación aparece intensificada en las parafrenias y debilitada en las neurosis de transferencia, y el de que en la vida erótica el no ser amado disminuye la autoestimación, y el serlo, la incrementa.

Ya hemos indicado que el ser amado constituye el fin y la satisfacción en la elección narcisista de objeto. No es difícil, además, observar que la carga de libido de los objetos no intensifica la autoestimación.

La dependencia al objeto amado es causa de disminución de este sentimiento: el enamorado es humilde. El que ama pierde, por decirlo así, una parte de su narcicismo, y solo puede compensarla siendo amado.

En todas estas relaciones parece permanecer enlazada la autoestimación con la participación narcisista en el amor. La percepción de la impotencia, de la imposibilidad de amar, a causa de perturbaciones físicas o anímicas, disminuye extraordinariamente la autoestimación.

A su juicio Freud plantea que esta es una de las causas del sentimiento de inferioridad del sujeto en las neurosis de transferencia. Pero la fuente principal de este sentimiento es el empobrecimiento del yo, resultante de las grandes cargas de libido que le son sustraídas, osea el daño del yo por las tendencias sexuales no sometidas ya a control alguno.

En la etiología de las neurosis, la inferioridad orgánica y un desarrollo imperfecto desempeña un papel insignificante, el mismo que el material de la percepción corriente actual en cuanto a la producción onírica. La neurosis se sirve de ella, como de un pretexto, lo mismo que de todos los demás factores que pueden servirle para ello.

Decía Freud, si una paciente nos hace creer que ha tenido que enfermar de neurosis porque es fea, contrahecha y sin ningún atractivo, siendo imposible así que nadie la ame, no tardara otra en hacernos cambiar de opinión mostrándonos que permanece tenazmente refugiada en su neurosis y en su repulsa sexual, no obstante ser extraordinariamente deseable y deseada.

Las relaciones de la autoestimación con el erotismo (con las cargas libidinosas de objeto), pueden encerrarse en las siguientes formulas. Deben distinguirse dos casos, según que las cargas de libido sean ego-sintónicas o hayan sufrido, por lo contrario, una represión. En el primer caso (dado un empleo de la libido aceptado por el yo), el amor es estimado como cualquier actividad del yo. El amor en si, como anhelo y como privación, disminuye la autoestimación, mientras que ser amado o correspondido, habiendo vuelto el amor a sí mismo, la posesión del objeto amado, la intensifica de nuevo.

Dado una represión de la libido, la carga libidinosa es sentida como un grave vaciamiento del yo, la satisfacción del amor se hace imposible, y el nuevo enriquecimiento del yo solo puede tener efecto retrayendo de los objetos la libido que los investía.

La evolución del yo consiste en un alejamiento del narcicismo primario y crea una intensa tendencia a conquistarlo de nuevo. Este alejamiento sucede por medio del desplazamiento de la libido sobre un yo ideal impuesto desde el exterior, y la satisfacción es proporcionada por el cumplimiento del ideal.

Una parte de la autoestima es primaria: el residuo del narcicismo infantil; otra procede de la omnipotencia confirmada por la experiencia (del cumplimiento del ideal); y una tercera, de la satisfacción de la libido objetal.

El Dr. Harry Campos Cervera, médico psicoanalista y miembro didacta de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) señaló que “La autoestima llevaría a pensar en un término narcisístico, pero está más bien vinculada al heredero del narcisismo que para Sigmund Freud es el Ideal del Yo”. A nivel técnico, “cuando se realiza la introyección de los padres, el Yo Ideal se transforma en Ideal del Yo; es decir, es un ideal ya con un recorte, por efecto de lo simbólico (el lenguaje).

Ese Ideal del Yo, según Freud, es una instancia que autoobserva, cómo uno es y cómo uno quiere ser”. Se suele dar la fórmula siguiente: “Si como uno es no está muy alejado del ideal que se quiere ser, uno se siente bien consigo mismo. Si el ideal es un ideal inalcanzable, eso produce un malestar con uno mismo”. “Psicoanalíticamente hablando, hay dos conceptos que serían equivalentes, Freud reemplazó uno con otro, y que son este Ideal y el Super yo y configura una parte del yo que cumple una función de autoobservación y es heredera del Complejo de Edipo”, siguió.

Por tanto, la autoestima sería el producto de la sustitución del narcisismo primitivo por una instancia ideal que a la vez compara permanentemente lo que somos y lo que queremos ser. Campos Cervera explicó que el ser humano, nace con autoestima.

“Todos nos queremos, por decir de alguna manera, pero por alguna razón, por influencia del entorno, del Superyó, de los padres o de otras situaciones, nuestro ideal aparece como inalcanzable: a uno le plantean el ideal cada vez más lejos. Y comparar lo que uno es con ese ideal tan distante, siempre hace sentir desvalorización, o lo que popularmente se indica como poca autoestima”. “Estamos bombardeados de cosas que no podemos alcanzar: la sociedad de consumo es infinita.

Esto produce una insatisfacción en todos los campos producto de la situación inalcanzable”, dijo. ¿Qué pasa verdaderamente con la persona con baja autoestima? Al tener tantas exigencias y estar en “falta”, “nos desvalorizamos y si eso ocurre, nos vemos impedidos de lograr distintos objetivos: si uno va a rendir un examen y piensa que no sabe nada, entonces, lo van a aplazar y si concurre a una entrevista de trabajo y piensan que el resto es mejor, se le va a complicar”.

Cuando la autoestima es “baja”, incide sin duda sobre los más diversos aspectos de la vida como la capacidad de amar, trabajar y relacionarse con amigos, entre muchos otros. Indicios que hacen que nos demos cuenta de ella “Por la posibilidad de desempeño personal.

La depresión, por ejemplo, es también una patología de la autoestima. Se debe a una e valuación negativa de todos los hechos de la realidad”. Para “reparar” su autoestima, muchos realizan grandes gastos en tratamientos, indumentaria, peluquería, operaciones, entre otros.

“Eso es frustrante porque siempre se encuentra a alguien con mejor vestido o más lindo: entonces, genera frustración”, añadió. Nathaniel Branden, dirá, que la autoestima está configurada por factores tanto internos como externos.

Entendiendo por factores “internos” los factores que radican o están creados por el individuo –ideas o creencias, prácticas o conductas-. Entendiendo por factores “externos” los factores del entorno: los mensajes trasmitidos verbal o no verbalmente, o las experiencias suscitadas por los padres, los educadores, las personas “significativas para nosotros”, las organizaciones y la cultura.

La autoestima influye directamente en nuestros actos. Hay una retroalimentación permanente entre nuestras acciones mundanas y nuestra autoestima. El nivel de autoestima influye en nuestra forma de actuar y nuestra forma de actuar influye en el nivel de nuestra
autoestima.

BIBLIOGRAFIA

Nathaniel Branden. (1995). Los seis pilares de la autoestima. Ed. Paidós, México

Campos Cervera. (1995). Como afecta en la vida la baja autoestima.

Sigmund, Freud. (1914) Introducción al narcisismo.