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LA TEORÍA DE SISTEMAS COMO IDEOLOGÍA

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1.-Limitaciones de la teoría como sistema

Llegamos ahora a lo que quizá sea el punto de este estudió, describir las características comunes de todas las teorías de sistemas que buscan trascender sus campos específicos.

Los límites de los sistemas

Un concepto fundamental en toda la teoría de sistemas es la idea de que un sistema  tiene límites claros. En la actual ciencia natural, el experimento es un factor importante, puede (y debe) diseñarse para tener límites claros. Pero cuando las extrapolaciones se hacen del sistema a la realidad, cuando no hay situaciones  experimentales con clara delimitación, se vuelve difícil hacerlo, por lo que resulta muy dudoso el supuesto de que uno puede aislar al “sistema” realidad total, que es infinitamente compleja.(No resulta dudoso desde luego, en los casos en que pueden  diseñarse límites artificiales). Además, el sistema para ser tal no necesita tener tan sólo límites; también debe ser un sistema cerrado, a veces cerrado en el acto mismo  del experimento. El tratar con una “realidad natural” siempre es una cuestión de  alternar con una realidad abierta. En algunas áreas, sin duda, pueden construirse  sistemas cerrados, pero no en otras. Uno podría hacer un sistema cerrado pero sólo  por conjetura. Esta es una dificultad que evaden completamente los teóricos de  sistemas.

 

La elección arbitraria de los elementos del sistema

En una situación experimental, solamente los factores pertinentes forman parte del experimento; en efecto, uno de los propósitos al desarrollar el experimento es usar tan sólo factores pertinentes y determinar sus pesos relativos. Un sistema, que sea pertinente, usualmente es arbitrario al reflejar la naturaleza. , En consecuencia uno  puede ser arbitrario al experimentar, pero no le puede llamar “naturaleza” cuando ha seleccionado los factores. También se supone arbitrariamente que los factores están interconectados y que se conoce la naturaleza específica. de las interconexiones.

 

Propósitos de los sistemas

En tales afirmaciones sobre los límites los sistemas cerrados en., (cerrados en el sentido de que consisten en sistemas de elementos, supuestos y relaciones  lógicamente cerrados), de interconexión de elementos, existe la tendencia a suponer que el sistema tiene un propósito. En cierta medida los científicos pueden hacer una teleología ce la naturaleza en muchos sentidos, siendo uno de ellos el diseño de un  experimento para probar o desaprobar que la naturaleza opera, de un modo determinado.

 

En otras áreas la teleología de la naturaleza puede ser una ficción lingüística necesaria para reconstruir una imagen de la naturaleza en términos teleológicos para  que las mentes finitas, que tienden a personalizar la naturaleza, puedan desarrollar alguna comprensión. En otros niveles la teleología tiene una significación antropomórfica más profunda (como en la famosa tautología: supervivencia del más
apto= a supervivencia de los que sobreviven). En las ciencias sociales esta imputación de teleología casi siempre toma forma bajo la idea de que el sistema, en tanto que sistema, tiene un propósito distinto a los de los actores individuales o a las interacciones de los actores colectivos: es decir, los teóricos de sistemas atribuyen propósitos a los sistemas y no a los hombres.

 
Sistemas de cooperación
Finalmente llega el momento, derivado de las cuestiones precedentes de relevancia y límites, en que los teóricos de sistemas tienden a ver los sistemas como  esencialmente cooperativos, y casi sin excepción se ve a los sistemas sociales como  cooperativos. Este supuesto significa que uno puede trabajar dentro del marco de  personas que cooperan con los fines de un sistema. Como esto se hace por medio de un supuesto implícito, también puede ser cierta la idea contraria, de que los hombres no siempre cooperan, que se equivocan y malinterpretan unos a otros, y que cualquier cooperación que ocurra pueda ser un resultado de la coerción, falta de comunicación,  interpretación inadecuada y error (fenómenos que se observan a menudo), todos los cuales uno encuentra difícil integrar en la teoría de sistemas. Además, cuando se  observan tales fenómenos se considera que representan desviaciones de un sistema conceptualmente puro en el que los valores de cooperación, coherencia, armonía y otros se consideran fenómenos normales, siendo los “sistemas” tan sólo modos posibles de organizar niveles inferiores de proposiciones generales acerca de una  realidad que es esencialmente diferente del sistema. En otras palabras, cualquier fenómeno empírico permitirá una amplia variedad de postulaciones Sistémicas para el mismo fenómeno, sin ningún sistema capaz de explicar el amplio rango de variabilidad natural en los fenómenos naturales.

 

El sistema, al igual que el experimento, es cuanto más un modo arbitrario de organizar un reducido aspecto de los fenómenos; en el mejor de los casos es una analogía con la que uno no puede desarrollar operación alguna.

 

Finalmente, observamos que los teóricos de sistemas suponen que importantes  elementos de los fenómenos sociales y naturales son cuantificables. Este también es  el conocimiento de un importante cuestionamiento.

 

 

2.-La teoría de sistemas como filosofía

La teoría de sistemas es el intento más reciente de crear un mito del mundo basado en  el prestigio de la ciencia. En épocas anteriores esto mitos tuvieron que hacerse en  torno a otras imágenes que tuvieron el poder de capturar la imaginación de los  hombres; hace 500 años los intelectuales elaboraban las imágenes y el vocabulario de  la teología; más tarde, de la filosofía; hoy tratan con el vocabulario de la ciencia o mas bien , de una desvalorizada filosofía de la ciencia.

 

La “filosofía” ofrecida por los teóricos de sistemas no es en modo alguno una filosofía  unificada. La afirmación específica hecha por hombres tales como Laszlo y Pepper respecto a haber previsto más allá del pensamiento de sistemas, una “nueva  respuesta al significado de la vida”, constituye un pretencioso sinsentido. La teoría de sistemas provee una gran cantidad de tales promesas que jamás son cumplidas. Las  formas de pensamiento básicas de la teoría de sistemas continúan siendo el positivismo clásico y el conductismo. Como epistemología, no conduce a la filosofía a  resolver el dualismo cartesiano; intenta resolver este dualismo por medio de la  mecanización del pensamiento y la percepción, o más bien, mediante la construcción  de modelos mecánicos del pensamiento y la percepción.

 

No ofrece nada nuevo a la epistemología o al problema del dualismo cartesiano. No  hay punto alguno en el que uno pueda decir que allí se encuentra el eslabón entre la subjetividad y los procesos materiales; la solución, hasta donde pueda decirse que  tienen una, es colocar a la subjetividad fuera de existencia. De esta manera, el  procedimiento de los que estudian la cibernética, los analistas de redes nerviosas y teóricos de la comunicación es mecanizar la subjetividad, es decir, mecanizar a los seres humanos y personalizar las computadoras y otros “sistemas”.

 

Las implicaciones autoritarias son obvias para todos. Pero más aún, su modalidad tan especial de plantear problemas epistemológicos indica una falla al absorber las lecciones más simples de la filosofía reciente, la sociología e incluso la física. El principal problema no resuelto de la epistemología es saber cómo llegamos a conocer  nuestra propia vida mental y la de otros. Este es un aspecto de la epistemología que ha sido constantemente descuidado desde las primeras épocas. Los filósofos se han dedicado al interminable problema de discutir cómo llegamos a ser conscientes de los objetos físicos y hasta qué punto entran los elementos subjetivos en nuestra  experiencia con ellos. Han hablado como si nuestro mundo consistiese enteramente  de tales objetos, y cono si el, conocimiento de ellos fuera nuestra mayor preocupación  intelectual. Aun la más significativa de nuestras experiencias reside en nuestra  relaciones con otra personas, y la naturaleza y extensión del conocimiento que podernos tener de otras personas es una cuestión de importancia equivalente respecto a la primera. Dilthey es el primar filósofo de todo el mundo, que aborda el terna en  forma seria y sistemática.

 

La creciente atención otorgada al trabajo de Dilthey no es sino un síntoma de la  “revolución ptolomeica” que apenas está comenzando a filtrarse en a filosofía y tal vez, finalmente, en la ciencia social americana, pese a la acción defensiva del positivismo.  El hombre se encuentra nuevamente en el centro del universo, pero junto con esta influencia, los actuales patrones de pensamiento de los hombres de sistemas resultan  anticuados y se revelan dentro de la misma física i moderna; son pocos los que han  intentado extraer las conclusiones apropiadas de estos desarrollos, y mucho menos  los teóricos de sistemas. El punto básico es que los hallazgos de la “ciencia moderna” son de tal naturaleza como para que las concepciones de sistemas resulten  anticuadas antes de que sean formuladas.

 

…una de las características más importantes en el desarrollo y análisis de la física moderna es la experiencia de que los conceptos del lenguaje natural, aunque sean de  una definición vaga, parecen ser más estables en la expansión del conocimiento, que los términos precisos del lenguaje científico, derivados como una idealización de tan  sólo grupos limitados de fenómenos. De hecho, esto no es sorprendente, ya que los conceptos del lenguaje natural se forman debido a la conexión inmediata con la realidad, es decir, representan la realidad. Es cierto que no están muy bien definidos y por tanto pueden sufrir cambios en el curso de los siglos: precisamente como lo hizo la  misma realidad, pero jamás pierden la conexión inmediata con la realidad. Por otra  parte, los conceptos científicos son idealizaciones; se derivan de la experiencia  obtenida por medio de instrumentos experimentales refinados, y se definen  precisamente mediante axiomas y definiciones; solamente cuando éstas son precisas  es posible conectar los conceptos con un esquema matemático y derivar matemáticamente la infinita variedad de fenómenos posibles en este campo. Pero a  través de este proceso de idealización y definición precisa, se pierde la conexión  inmediata con la realidad. Los conceptos aún corresponden muy estrechamente con la  realidad en aquella parte de la naturaleza que ha sido el objeto de la investigación.

 
Pero la correspondencia puede perderse en otras partes que contengan otros grupos de fenómenos.

La concepción científica del mundo, por consiguiente, se encuentra en su final.

Ahora se descarta la noción de una certidumbre científica, no solamente al nivel atómico de los quantum físicos, no solamente a nivel de reemplazo de antiguas ideas mecánicas de certidumbre y causalidad por conceptos probabilísticos, sino que dentro de la probabilidad es ilusoria la idea de que las probabilidades son en si mismas fijas, estables, cerradas. En consecuencia se descartan las vastas interpretaciones de las personas dedicadas a la cibernética, las cuales se basan en los “supuestos simplificadores” respecto a que las probabilidades son estables; sobre el que está construido el edificio entero de los autómatas.

 

Igualmente importante es la observación hecha por Heiserberg sobre la pérdida de correspondencia de los conceptos con la realidad cuando se extienden más allá de su propio rango. La filosofía de sistemas es un intento de expandir un conjunto de conceptos en una metafísica que se extiende más allá de, y por encima de todas las áreas de la realidad. Pero resulta vana la extensión de la conceptualización en regiones de abstracción vacía; la futilidad de la conceptualización de sistemas se revela por sí misma en cualquier intento de aplicación. Los conceptos deben tomarse de áreas de experiencia real, y deben saturarse con experiencia concreta real. Pero una vez que se ha confrontado lo concreto de la experiencia social e histórica, los sistemas se revelan como irremediablemente rígidos, petrificados e inamovibles, sin importar cuántas “variables” contengan. Es posible por definición el desarrollo de formalismos ‘científicos” que intenten ser “objetivos” e incluso comprendan la totalidad de la experiencia.

 

El camino a la realidad es recorrido por el lenguaje cotidiano.
El mismo Heinsenberg se refiere a los orígenes biologistas de la teoría de sistemas, pero solamente para distanciarse.

 

 

3.- La teoría de sistemas como ideología

El termino ideología tiene una larga historia y una variedad de significados. Muchos de ellos son relevantes para nuestros propósitos. Inclusive su acepción popular como propaganda política (“necesitarnos una ideología mejor para combatir al enemigo”) es apropiada para algunas de las formas más vulgarizadas de propaganda de sistemas. Pero otros numerosos significados deben tenerse presentes para nuestros propósitos. El primer empleo del término, nos dice Litchtheim: es el de los ideólogos franceses especialmente Antoine Destutt de Tracy, para quien significa el estudio de la mente humana y de la historia y la cultura humana desde una perspectiva naturalista. Por tanto se habrá ganado “el verdadero conocimiento de la naturaleza humana, y con ello los medios para definir las leyes generales de la sociabilidad. . . Lo que es ‘natural’ también es “social” . Una vez que se comprenda adecuadamente la naturaleza humana, la sociedad finalmente será capaz de ordenarse a sí misma de una manera armoniosa. La razón es el orden y libertad.”

La moralidad, según palabras de Litchtheim, es considerada por los ideólogos, como fundamentada en la naturaleza; el mejor orden social corresponde a las necesidades permanentes del hombre.

Según Litchtheim, los antecedentes de esta concepción pueden rastrearse hasta Bacon y Descartes; la crítica baconiana a los “Molos” y la “duda sistemática” de Descartes respecto todas sus opiniones para permitir la supervivencia de sólo aquellas que resistan la prueba de examen racional, son precursores de la aplicación de la razón critica del Iluminismo contra los “prejuicios irracionales”.

Helvecio, descrito por Litchtheirn como un favorito tanto de Marx como de Nietzche, anticipa la sociología del conocimiento. (Nuestras ideas son la consecuencia necesaria de la sociedad en la que vivimos”.)

Los prejuicios de la mente constituyen “el fruto necesario de la restricción social y el interés egoísta”, pero “pueden desacreditarse por medio de la razón y eliminarse mediante la educación”. Lichtheim hace la importante observación de que los ideólogos franceses fueron los principales precursores del positivismo “No obstante el inherente escepticismo respecto a creencias compartidas, no ha sido seriamente cuestionado el poder del pensamiento racional. Casi un siglo más tarde, pese a sus rasgos autoritarios, el positivismo de Comte aún se fundamentaba en la misma creencia”.

Es fácil trazar la huella racionalista positivista en la teoría de sistemas, especialmente en los trabajos de Pepper y Laszlo para derivar áticas sociales a partir de una mística de la evolución de los sistemas, intentos que jamás van más allá de la fase programática, como le sucedió al mismo Comte. Uno puede suponer que los intentos de los teóricos de sistemas a lo largo de estos lineamientos, solamente pueden atribuirse al hecho de repetir una historia de la cual fueron ignorantes.

Otro significado del término ideología posee una mayor resonancia que su primera acepción; el significado surge de la concepción hegeliana-marxista, una concepción que reconocidamente ayudó a minar la fe racionalista en la razón. La concepción de la historia en Hegel, como algo que posee propósitos ocultos a los hombres, condujo a la idea de que los propósitos que los hombres pensaron que estaban siguiendo no constituían un verdadero sentido de sus acciones, y condujo directamente a la idea marxista de “falsa conciencia”. No era la conciencia de los hombres la que determinaba su existencia, Sino su existencia (social) la que determinaba sus conciencias. De esa forma la conciencia alienada de los hombres enmascara la realidad. De aquí no hay un gran paso hacia el concepto de ideología como una forma de conciencia que enmascara el juego de intereses.

Esta concepción puede desarrollarse hasta e! punto del relativismo extremo: todas las ideas, formas, conciencias e incluso el mismo conocimiento, constituyen reflejos de las realidades sociales. Estás formas no deben tratarse “en sus propios términos” sino que deben relacionarse con la matriz social que las generó.

Consecuentemente, con Lilthey y Weber la crítica de la ideología se volvió una forma de relativismo.

La combinación de historia y sociología hizo parecer cinc la conciencia no puedo trascender su horizonte temporal, ya que los conceptos impuestos sobre la materia bruta de la experiencia son en sí mismos históricos. Algo parecido había sido sugerido por Hegel y proseguido por Marx, pero fueron salvados del relativismo por la creencia de que tanto la naturaleza del hombre como la lógica de la historia aún podían comprenderse mediante un acto de intuición intelectual.

Debiera notarse que la filosofía de sistemas muestra alguna afinidad con la aspiración marxista-hegeliana de comprender, mediante un acto de intuición, tanto la naturaleza del hombre como la lógica de la historia; la primera por algoritmos antes que por métodos filosóficos o económicos, pero continúa siendo sólo una aspiración.

Lichtheim traza la evolución del concepto (le ideología a través de más ramificaciones de las que son inmediatamente relevantes para nuestros propósitos; aquí es apropiada la formulación de Karl Mannheim. La obra de Mannheim Ideología y utopía (1929) expone nuevamente todo el problema de la ideología en términos de la sociología del conocimiento, especialmente en términos del papel que juega un estrato particular de la sociedad, sus intelectuales, en la creación y transmisión de formas de conciencia. A partir del supuesto de que los conceptos & Mannheim son lo suficientemente conocidos como para no requerir una exposición detallada, deben enfatizarse aquí solamente tres puntos: sus conceptos de ideología, utopía y la función de la intelectualidad.

Con palabras de Mannheim: Al comienzo, el descubrimiento de las raíces situacionales y sociales del pensamiento…tomaron la forma del desenmascaramiento. Además de la gradual disolución de la concepción del mundo unitaria y objetiva, la cual en el simple hombre de la calle tomó la forma de una pluralidad de concepciones divergentes del mundo, y se presentó ante los mismos intelectuales como la irreconciliable pluralidad de estilos de pensamiento, introdujo en la mentalidad pública la tendencia a enmascarar las motivaciones situacionales inconscientes del pensamiento del grupo. La intensificación final de la crisis intelectual puede caracterizarse por dos eslogan semejantes a los conceptos de “ideología y utopía”, los cuales, debido a su significación simbólica, han sido elegidos como título para este libro.

El concepto de “ideología” refleja el descubrimiento que surge del conflicto político, particularmente aquel que en el pensamiento de los grupos gobernantes puede volverse tan intensamente interesado en mantener una situación que simplemente no es posible ver más allá de ciertos hechos que socavarían su sentido de dominación. En la palabra “ideología” está implícita la idea de que en ciertas situaciones el inconsciente colectivo de ciertos grupos oscurece la condición real de la sociedad, tanto ante sí mismos como ante los otros, y con ello estabiliza la sociedad.

La ideología, entonces, es tanto una forma de conciencia como un modo de interpretar y comprender al mundo, el cual justifica o mantiene relaciones de poder específicas.
En un sentido es postular las ventajas sociales en forma disimulada. La Utopía es exactamente lo mismo.