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LA GESTIÓN DE LOS RESIDUOS EN EUROPA. UNA REALIDAD EN PLENA MUTACIÓN

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En Europa, la cantidad de residuos domésticos aumenta incesantemente alcanzando, en las ciudades, una media de entre 280 y 630 kilos por habitante y año (según un estudio reciente realizado por la Association des Cités et Régions pour le Recyclage – ACRR – Asociación de las Ciudades y las Regiones para el Reciclado).

La mayoría de los responsables municipales organizan recogidas que representan entre 360 y 480Kg/hab./año de residuos domésticos y, a veces, no domésticos. Se considera que por término medio, los residuos domésticos constituyen las dos terceras partes de los residuos gestionados por los ayuntamientos.

En cuanto a la composición de dichos residuos, se estima que, por término medio, el 30% de los residuos son orgánicos y cerca del 50% corresponden a los llamados «reciclables secos» (papel-cartón, envases de tipo composite, textiles, plásticos, vidrio y metales).

Principales ejes políticos comunes

La política relativa a los residuos se basa principalmente en un concepto de jerarquización de la gestión que otorga una importancia prioritaria a la prevención y a continuación, a la (re)valorización antes de llegar a la eliminación (en sentido estricto).

En el ámbito de la valorización, se aconseja en general, realizar esfuerzos para impulsar el reciclado (de los materiales) frente a la incineración.

En cuanto a la reutilización (tal cual) o al nuevo destino de los productos, existen opiniones divergentes sobre hasta qué punto es acertado aplicar políticas activas en este sentido.

El derecho europeo referente a los residuos incluye en primer lugar prescripciones marco (adoptadas en 1975 y revisadas en 1991) en virtud de las cuales la gestión de los residuos debe ser objeto de una planificación específica así como de un régimen de control y de vigilancia implicando, a veces, una autorización previa.

Existen prescripciones normativas, cada vez más precisas referentes a las principales operaciones de eliminación de residuos como la incineración y el uso de vertederos, aparte del transporte transfronterizo (en aplicación de la Convención de Bâle de 1989 sobre las importaciones y las exportaciones de residuos).

Se han formulado normas más estrictas para los residuos peligrosos y diferentes flujos específicos de residuos tales como aceites residuales, los PCB, residuos de amianto, pilas y baterías usadas, envases, etc.

Es importante señalar que en Europa, en materia de envases, existen desde 1964, objetivos normativos para el reciclaje en los que se marcan porcentajes globales obligatorios para su utilización que se sitúan entre el 25 y el 45%, así como un porcentaje mínimo del 15% de reciclaje para cada material de envase.