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CRÉDITOS

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 PÓLIZA DE CRÉDITO
Las pólizas de crédito o líneas de crédito constituyen un elevado porcentaje del total de las operaciones de activo de los bancos, gracias a su operatividad, las empresas, en general, financian las insuficiencias transitorias de tesorería, debido a la falta de regularidad en las entradas y salidas de dinero, sin necesidad de invertir en la adquisición de bienes o servicios concretos que haya que detallar a la entidad.
De igual modo que ocurre con los préstamos, la entidad financiera va a realizar un estudio previo a la concesión del crédito y si todo es conforme, se formaliza el contrato en una póliza de crédito que verificará un corredor de comercio, en la que quedan especificadas todas las condiciones bilaterales.
La operatoria es sencilla, se abre una cuenta corriente circunscrita a la operación, en la que la entidad ingresa el importe del crédito, que viene determinado por la necesidad de liquidez y limitado por la capacidad de endeudamiento del solicitante. Para movilizar los saldos, disponen los titulares, de idénticos instrumentos que con la cuenta corriente, tarjetas, talonarios de cheques y pagarés, realizando transferencias, etc.
El horizonte temporal de esta herramienta de financiación es el corto plazo, semestral o anual, con la posibilidad de renovación a vencimiento, siempre que las condiciones iniciales no hayan variado.
El tipo de interés aplicable puede ser fijo o variable con un índice de referencia para operaciones a tres meses, y la liquidación de intereses suele ser trimestral, y la amortización del capital el mismo día de vencimiento. Se pagan intereses por el saldo dispuesto hasta el límite concedido, si se supera éste, la entidad financiera carga en la cuenta y por el importe propasado, intereses muy superiores, similares a los intereses de descubierto. Si llegado el día de vencimiento, el capital no ha sido devuelto, mientras no se reponga, devengan intereses de demora, por la cantidad dispuesta, a favor de la entidad, al mismo tipo porcentual que los de excedidos.

 

Con respectos a los gastos, como ocurría en otras operaciones de activo de los bancos, se cargan en la cuenta, directamente, las comisiones de apertura y estudio, la póliza es intervenida por el corredor de comercio, y los correspondientes impuestos de actos jurídicos documentados.
La entidad también repercute una comisión de no disposición, constituida por un porcentaje diario sobre el saldo que la entidad deja de utilizar al ponerlo a disposición del cliente y que éste no moviliza, cabe la posibilidad de que incluya otro tipo de comisiones que pueden ser, por apunte, o por reclamación de excedidos, todas ellas negociables.
Una modalidad especial son los créditos hipotecarios, su funcionamiento es similar al préstamo hipotecario, con la particularidad de que el capital amortizado puede disponerse de nuevo. En definitiva, es un a línea de crédito abierta constantemente y lista para usar, con la garantía que la respalda que es el inmueble hipotecado. Se formaliza como una póliza de crédito, en la que se puede emplear el capital total prestado desde el inicio de la operación para la finalidad que desee el solicitante, concretando la devolución como si de un préstamo se tratara, mediante cuotas, pudiendo reutilizar la parte de capital amortizado, y fijando en contrato un plazo de devolución.

 
 TARJETAS DE CRÉDITO
Las tarjetas bancarias resultan una herramienta muy ágil y cómoda para realizar pagos y cobros, actualmente aceptan las tarjetas en la mayoría de los establecimientos a la hora de pagar.
Generalmente, existen dos variedades de tarjetas: las de débito y las de crédito. Las de débito sirven para movilizar los fondos depositados en cuentas corrientes o libretas de ahorro, no tienen límite, excepto el saldo total de la cuenta, por eso, y siguiendo la Recomendación de la Comisión Europea, es conveniente limitar la responsabilidad del usuario a una cantidad máxima, no representan un riesgo para la entidad, se carga automáticamente en cuenta la operación de compra o disposición de efectivo. Estas operaciones no suponen coste para el usuario, excepto para el caso de utilizar cajeros de una entidad diferente a pesar de pertenecer a la misma red emisora de la tarjeta. Otro gasto asociado a las tarjetas de débito que puede surgir, dependiendo de la entidad y de los servicios contratados, es su renovación anual o bianual, o incluso pueden cobrar la apertura o emisión.
Las tarjetas de crédito son igualmente un medio de pago, pero la entidad concede al titular un crédito en lugar de disponer de los saldos que mantenga en cuenta.
Es un producto muy versátil aceptado en multitud de establecimientos tanto nacionales como internacionales, y la utilización en países de la zona euro no comporta comisiones adicionales. De este modo, se puede pagar compras o sacar dinero en efectivo aunque no se disponga de fondos en el momento de realizarlos, puesto que el cargo se realiza en función de las necesidades del cliente, aunque generalmente se estipula en contrato que se haga a final de cada mes o principio del siguiente sin el gravoso pago de intereses.
En tal caso, si se emplea para realizar compras, no supone coste para el poseedor de la tarjeta, no así, si la disposición es de dinero en un cajero automático, por lo que el banco cobrará una comisión con un mínimo. Y en ambos casos, cuando se desee aplazar o fraccionar el pago más tarde del día designado, (ultimo del mes o primeros días del siguiente) se deberán abonar los correspondientes intereses, que desde luego, son bastante elevados, existiendo distintas modalidades de amortización del capital prestado.
Como consecuencia del riesgo que implican para la entidad, ofrecen unos límites de disposición mensual del crédito y el cual oscila según sean las tarjetas clásicas o las tarjetas de crédito oro que a la vez que aumenta ese límite, incrementa el coste anual de renovación, que es una comisión fija.