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Maita Capac.

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Según las tradiciones más recibidas tuvo Maita Capac un gran número de concubinas y en ellas centenares de hijos y eclipsó la gloria de sus antepasados, sometiendo a todos los collas, a los naturales de Moquegua y a los del valle de Arequipa, y construyendo un puente colgante sobre el Apurímac, una calzada en el camino de Cuntisuyu y otras obras maravillosas.

 

Estando en las antiguas ruinas de Chucahua dijo a un correo que había hecho una marcha muy rápida: «Tia Huanaco» (siéntate guanaco) y de aquí vino el nombre que hoy lleva aquel lugar. En la campaña contra los collas del Oeste sometió a los que se habían asilado en el cerro de Cayacviri, después de un estrecho sitio y de haberles hecho sufrir un estrago horrible en una salida imprudente. Los collas del Este se rindieron a consecuencia de haber experimentado enormes pérdidas en la batalla de Huaichai y de haber obtenido una acogida generosa.

 

El afecto de los moqueguanos se afianzó con el exterminio de algunos envenenadores que eran el terror de aquellos naturales. El puente colgante del Apurímac impuso a las tribus vecinas. La calzada de Cuntisuyu facilitó las conquistas por el lado de Arequipa; y este hermoso valle recibió su nombre por haber dicho el Inca a unos capitanes que deseaban quedarse allí: «Ari Quepai» (bien está, quedaos).

 

Se atribuye a MaitaCapac la invención del escudo llamado Querara, y a su favorito Illa la de los quipos, o manojos de hilos que con el diferente color expresaban la diferencia de objetos y con varios nudos los números (v. g. con el color rojo la guerra, con el blanco la paz, con dos nudos juntos 20, con uno doble 100, etc.).