CINE RUSO: PASADO PRÓXIMO Y PRESENTE
A comienzos de la década de 1980 llegaron al poder dos líderes continuistas, Yuri Andropov y Konstantín Chernenko, que intentaban reafirmar el control sobre un cine que actuaba cada vez más como la conciencia de un régimen que se derrumbaba. Pero estos líderes de avanzada edad, murieron pronto, dejando paso a políticos más jóvenes, con otra mentalidad.
Así subió al poder en 1986 Mijail Gorbachov que, dentro de su política de reformas, apertura y transparencia, animó a los sindicatos cinematográficos a reformarse y a hacer pública toda la historia de las películas archivadas, con lo que llegaron a los mercados occidentales bastantes obras desconocidas de gran valor, que además dejaron en ridículo a la censura anterior y a sus arbitrarios criterios, contribuyendo a alimentar la demanda de un cambio político en profundidad. Una serie de películas críticas han destacado en estos años, entre ellas El círculo del poder (1991, de Andréi Konchalovski, quien ha desarrollado buena parte de su carrera en Estados Unidos); Adiós a Matiora (1981), de Elem Klimov, realizador comunista que también ha hecho Masacre-Ven y mira (1985), una obra impresionante sobre las masacres nazis en Rusia durante la II Guerra Mundial; o Quemado por el sol, (1994), de Nikita Mihalkov, una crítica a las purgas estalinistas en la década de 1930, premiada con el Oscar a la mejor película extranjera en 1995, y que es una de las obras maestras del cine de los últimos años. Otros éxitos de este director son Ojos negros (1987), Palma de Oro del Festival de Cannes, y Urga (1991).
A medida que la URSS se desintegraba, los cineastas intentaban grabar momentos claves de la crisis (uno de ellos incluso murió en los combates de Riga). Aparte de las obras arriba citadas, en el cine de ficción de 1988 a 1991 se ha extendido una verdadera feria de irrealidades ligadas, a menudo, a una visión despiadada de la historia soviética como demuestran directores como Alexander Sokurov, Valeri Ogorodnikov o Sergei Ovcharov.
Más recientemente, pasada la efusión del cambio y vistas las consecuencias negativas que por el momento la mayoría de la población está sintiendo con la incorporación a la economía de libre mercado, en las últimas películas rusas llegadas a Occidente se percibe un tono nostálgico y religioso.